Se dio cuenta que eso de andar volando a lo pendejo no le dejaba nada provechoso, sólo alimento espiritual y sensaciones cursis de las que ya estaba harto. Eso de ser motivador profesional realmente apestaba.
Se percató de eso cuando probó por primera vez un Cheeto enchilado que le aventó un niño barrigón que hacía castillos de arena en una playa cercana.
“Cuánto tiempo he perdido volando a lo pendejo y enseñando a los otros a volar y a superar sus limitaciones”, pensó.
-Ahora voy a dedicar mi vida a sobrevolar campamentos de familias para robarles comida chatarra y ver una que otra nalga sabrosa asoleándose en la arena –exclamó en voz alta Juan Salvador Gaviota.
Era otro.
Guffo Caballero
lunes, octubre 30, 2006
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12 comentarios:
Me gustó, mucho.
oiga...ni como esperareso...re hizo alpersonaje....
saludos
Excelente y sencillo lenguaje, me gustó.
ja ja ja!, pa' variar el ingenio salió a flote
Gracias a todos por comentar. e agradece infinitamente. Dejenme sigo leyendo a la raza. Saludos.
La otra versión del Juan, está bueno.
ahora si maese guffo. ahora si le hecho galleta no como la vez pasada que parece que se aventô el cuento en una zurrada.
me gustô. me hizo sonreir.
cordialmente
Muy bueno , me gusto :)
Jajajaja. Pues a veces, aunque uno no quiera, sale caca, mi buen Manemático, snif. Qué daría yo por ser perfecto, bujujuju.
Saludos a todos.
Buen jueves.
Me gustó...!
muuy bueno. Felicitaciones.
Vaya, manera de darle sentido a la vida de Juan Salvador Gaviota jajaja
Lo que hace un Cheeto jaja
Me gustó el ingenio.
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