Le ofrezco medio millón de dólares me dijo el tipo, y yo enseguida me indigné de que alguien pudiera ofrecerme dinero por tanta pendejada, por tanta caquita. Le dije no y me aparté de él pero me seguía; no es lugar para hablar de estas pendejadas señor, le dije. Sentí tantos nervios, y hablábamos tan bajito, con voz tan baja, que la emoción me humedecía abajo, y fantaseaba que le chupaba a mi marido, muerto como estaba, y el revivía para decirme que era una pendeja, que aceptara el dinero.

- Le ofrezco 750 mil dólares, señora, y es todo lo que puedo darle si nos permite hacer una película, un libro y una serie televisiva de su marido; usted puede ganar con toda esta desgracia y vergüenza…

Le dije que si con la cabeza mientras una sensación caliente salía de mis caderas rumbo a mi espalda hasta la nuca. La misma delicia que sentí al presenciar a mi marido violar y asesinar a tanta niña. Pronto lo contemplaría de nuevo en un cine.

Manuel Lomeli
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